El Papa Juan Pablo II, Ernesto Cardenal, el pedido de perdón y la radicalización de Ortega

Roma, 06 marzo 2023 – El gobierno de Daniel Ortega, en el poder desde hace más de 16 años acaba de prohibir las tradicionales y populares procesiones y Via Crucis, que cada año con motivo de Cuaresma y Semana Santa atraviesan las calles de las ciudades de Nicaragua. Esto se registra en medio de una persecución a la Iglesia que incluye una sentencia de prisión de 26 años para el obispo Rolando Álvarez, por no pensarla con quien está en el poder.

Procesión de Jesús del Gran Poder y la Dolorosa. Plaza de la Independencia, Granada, Nicaragua. (autor Chopanito. Wikicommons)

Hace 40 años, el 4 de marzo de 1983, el Papa Juan Pablo II llegó en el aeropuerto de Managua. Allí vio a un Daniel Ortega de 35 años y una enorme pancarta que decía: “Bienvenido a Nicaragua Libre gracias a Dios y a la Revolución”. A los pies de la escalerilla le esperaba el sacerdote Ernesto Cardenal que de rodillas pretendía besarle el anillo, indicando así que Santo Padre lo bendecía junto a la revolución sandinista.

Juan Pablo II que sabía bien lo que eran las dictaduras, por haber vivido los horrores del nazismo y del comunismo no se dejó engañar y cuando de rodillas el sacerdote Ernesto Cardenal quiso besarle el anillo indicando la bendición al régimen, en una escena inmortalizada en las fotos, se vio en cambio al Papa con el dedo en alto que le hacía una seria advertencia.

Poco después, en 1984, Ernesto Cardenal, fue suspendido ad Divinis junto a otros presbíteros de la Teología de la Liberación. Entretanto en la década de los 90, el sacerdote rebelde se deslindó del movimiento sandinista llegando a acusar a Daniel Ortega de dictador.

Cardenal, teólogo de la liberación, místico, ganador de varios premios literarios entre los cuales el Nobel de literatura, falleció el 2 febrero de 2020 a los 95 años. Poco antes pidió perdón y lo obtuvo. En en febrero de 2019 fue rehabilitado en sus funciones sacerdotales, retomando simbólicamente en su lecho de muerte, los hábitos sacerdotales.

Hoy Nicaragua vive una dictadura. El 9 de febrero pasado disidentes en prisión o arresto domiciliario fueron expulsados a Estados Unidos, acusados de traición a la patria y privados de su nacionalidad.

En cambio el obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, quien se negó a ser deportado fue encarcelado junto a otras 36 personas. El 10 de febrero, el obispo fue condenado a 26 años y cuatro meses de cárcel. Cinco días después otras 94 personas fueron declaradas ‘traidores a la patria’, sin juicio previo, entre ellas activistas de derechos humanos, periodistas y políticos.

La Oficina de Derechos Humanos de las Naciones Unidas instó de reciente a Nicaragua a liberar a estas personas y a restituir la nacionalidad y derechos civiles. La Conferencia Episcopal Española declaró que “sigue con dolor la preocupante situación que se está viviendo en Nicaragua” y pidió a las autoridades que “escuchen la voz del pueblo al que sirven, tomen sus decisiones con espíritu de servicio para el bien de todos y liberen a los presos encarcelados por motivos políticos”.

Daniel Ortega por su parte, ha tildado de “terroristas” a los obispos nicaragüenses que actuaron como mediadores de un diálogo nacional con el que se buscaba una salida pacífica a la crisis que vive el país desde abril de 2018.

El pueblo católico de Nicaragua, está viviendo así un verdadero Vía Crucis, sin ni siquiera la posibilidad de que las tan amadas procesiones populares puedan pasar por las calles de las ciudades.

Hernan Sergio Mora

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